«La cultura, querido Robinson’ reúne entrevistas y crónicas sobre libros escritas en los últimos años publicadas en ‘Mercurio’, la revista que dirigió

Guillermo Busutil es uno de los nuestros. Un escritor que ha entendido la cultura como honradez y brillo fulgurante, como ese pulso firme de boxeador enjuto y fajador que se encoge en el flanco antes de soltar su directo sonoro sobre el temblor del mundo. Lo ha hecho como director de la tristemente fallecida revista Mercurio y también en sus artículos, desde hace más de cuatro décadas, a pesar de que sigue siendo un hombre joven en la actitud de aguante y de potencia en los combates por todas las islas que ha habitado.

La cultura como misterio y alucinación ha estado siempre presente en sus columnas como única certeza ante el desánimo, en esta sucesión de renuncias y asaltos que acumula paisajes. La cultura, que se nos aparece como último reducto para quienes buscamos sus respiraderos, se convierte en El Álamo frente al ejército de realidad del general Santa Ana: porque nos hace sentirnos Davy Crockett con la íntima misión de proteger el Vellocino de oro de la prosa escaldada de los desengaños y la traición de vivir, y también de haber sobrevivido, como le dijo Ana María Matute.

La palabra infinita, fundadora de edades; pero también viciada, tan manoseada que da grima en quien no la frecuenta o la vislumbra como eslogan, con su vasto dominio que acaba reducido a un conjunto vacío cuando se pronuncia sin la fe del amor verdadero. Guillermo Busutil la ha mirado de frente poniéndola en el título del libro La cultura, querido Robinson (Fórcola), porque él mismo también es un Viernes nacido al compás de las olas entre vientos ardientes que nos hablan de fuegos susurrantes y prósperos. No estamos ante su recopilación de artículos, sino ante un tratado o una dación de fe notarial y poética entre las dos tapas de un libro. Ante el diario público de una vida recogiendo la promesa de las novelas que serán rescatadas, de las nuevas imágenes que configurarán una edad de oro en la retina, del cine que nos hace bracear el abismo para salvar a Homero recorriendo el desierto con John Wayne, de la pintura en llamas del paraíso perdido y la música esbelta, cardinal y evasiva, que siempre acaba hallando a Jay Gatsby con días de vino y rosas acechando la luz glauca del muelle.

El excelente prólogo de Antonio Muñoz Molina resalta otro aspecto de La cultura, querido Robinson: su clave generacional. Ordenados por disciplinas o miradas -ese mapamundis de la palabra, la cámara, el cine, la espuma del recuerdo, la plasticidad como aventura o las actrices que nos hacen vibrar, sellada cada una por sendas entrevistas a gentes como el propio Muñoz Molina, Elvira Lindo o Javier Marías-, estamos ante el testimonio de una pérdida: la protagonizada por quienes construyeron la llegada de la democracia como edificio en marcha con una plenitud del arte humanizado y del espíritu, y ahora asisten a la demolición de las ruinas. Y es un sentimiento desolado, pero también de franca rebeldía al defender los últimos cascotes.

Guillermo Busutil lo hace en este libro con textos reflexivos que contienen inicios llameantes para su escalpelo metafórico. La estructura del libro también narra, y la calidad de página se daba por sentada en el autor de Drugstore o Vidas prometidas; pero aquí alcanza un nivel más encendido, de airada indignación y prosa lírica en la revolución de un pensamiento que resistirá. La cultura, querido Robinson, es una travesía desde los destellos de un tiempo encrespado al que seguimos sosteniéndole el pulso, con los vasos encima de la mesa y la escritura como salvación.

 

https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/11/01/5daedf88fdddff29b28b45c1.html

Written by : guillermo

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